Cuando Claudia pudo por fin abrazar a su hija en Pamplona habían pasado ya más de ocho años desde que había salido desde su país natal, en Centroamérica. Dejó a su hija con siete años, al cuidado de su abuela, y ahora al reencontrarse en Pamplona ella tenía 15 años. Eran ya una adolescente y una madre que apenas se conocían más allá de verse a través de la pantalla por videollamadas y algún viaje esporádico cada mucho tiempo. Ahora tenían que reencontrarse y volver conocerse.
Claudia había trabajado hasta entonces como interna en una casa, limpiando y cuidado a una señora mayor. Tan solo tenía un día libre a la semana y solo unas poquitas horas libres de vez en cuando, cuando llegó su hija tuvo que cambiar de empleo a la fuerza para poder estar con ella, que había sido su principal motivación durante años.
Claudia descubrió además con desagrado que, durante mucho tiempo, muchos años, sus empleadores no habían estado pagando todas las cuotas, no tenía derecho al desempleo y estaba en una situación de desamparo. Cualquier otro empleo que encontrase le obligaba una vez más a no poder pasar mucho tiempo con su hija y dejarla sola en casa.
Como mujer y madre migrante, cabeza de una familia monomarental y sin una red de apoyo ni capacidad de compartir tiempo libre con su hija el tan ansiado reencuentro durante años se convirtió en un cúmulo de frustraciones, preocupaciones, desasosiego y estrés por ver que su hija tampoco estaba bien.
Pero la situación de Claudia y su hija no era ninguna excepción. “Este es el proceso de duelo migratorio y reencuentro por el que pasan muchas mujeres que salen de su hogar para sustentar a su familia”, según explica Oskia Azcárate, terapeuta familiar y coordinadora del equipo de intervención de la Asociación SEI, que desde hace años trabaja para acompañar y ayudar en estas situaciones.
De hecho, Claudia compartió su historia con otras mujeres y otras familias, en una calurosa tarde de principios de junio en la sede de la Asociación SEI (Servicio Socioeducativo Intercultural) en el Segundo Ensanche de Pamplona, como parte del colofón de curso de las últimas sesiones del Grupo Terapéutico Multifamiliar, allí en un diáfano y colorido salón iluminado con una enorme claraboya.
El grupo terapéutico multifamiliar es un espacio seguro para muchas familias y mujeres migrantes en el que se sienten escuchadas, pero también sus hijos e hijas adolescentes que emprendieron un viaje de reagrupación familiar, dejando atrás a sus amigos y familias sin saber qué se iban a encontrar aquí en Navarra.
En este espacio del SEI estos jóvenes pueden charlar con otros muchachos y muchachas que están pasando o pasaron por la misma situación en un diálogo guiado que busca el encuentro intrafamiliar (entre madre e hijos), pero también junto a otras familias diversas y diferentes, inmersas en una misma situación vital.
“La clave del éxito del SEI es al ambiente familiar, el sentido de comunidad y empatía que se genera. Un ambiente que propicia la cercanía y la escucha. En este contexto de migración donde la red social es escasa, la familia de origen no está y la familia creada ha estado por muchos años separada o sigue estando separada, la idea de equiparar familia con grupo muchas veces es la llave para poder trabajar aspectos que en el día a día se hacen complicados por la lejanía, ya sea física o emocional”, explica Oskia.
"La soledad es un sentimiento muy generalizado..."
“La soledad es un sentimiento muy generalizado en los miembros de las familias vinculadas a la migración, de ahí la riqueza y el potencial terapéutico del grupo como familia, para poder contar con alguien y sentirse correspondidas”, esta persona, que lleva más de 12 años trabajando en esta asociación y con este proyecto. Durante el pasado año 2021, el programa atendió a 128 familias en total, 142 menores y 24 jóvenes entre 18 y 24 años.
Esta iniciativa pionera en Navarra comenzó en 1999 y tras años de trabajo y dedicación sigue respondiendo a las necesidades de este sector de la población, habiendo llegado a atender en su trayectoria a más de 1.200 adolescentes recién migrados, además de sus familias.
Este programa de acompañamiento a familias migrantes en procesos de reagrupación a menores y jóvenes (SERFAM) es un proyecto del SEI subvencionado mediante convenio por la Dirección General de Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra, que cuenta con una subvención de 125.000 euros en este año 2022, como continuación del convenio aprobado el pasado año 2021 con un importe de 90.000 euros.
Más de 6.000 personas se benefician de las intervenciones de la Asociación SEI a lo largo del año, la mayoría de las ellas son familias monomarentales en las que el 100% vienen en proceso de reagrupación familiar habiendo estado una media de nueve años separadas de sus madres o padres.
Y cuando las madres logran traer a los hijos, en un 20% de los casos la madre o padre ha vuelto a casarse y a tener hijos con su nueva pareja, aunque el 34% mantienen la pareja y familia de origen. Vienen desde lugares muy diversos como son Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú, República Dominicana, Bulgaria, China, Marruecos, Ghana o Senegal.
Jóvenes ayudando a jóvenes
Además de trabajar en esa acogida y acompañamiento familiar, desde la asociación prestan especial dedicación a lo comunitario y social. Y es aquí donde los jóvenes y las jóvenes monitoras y premonitoras voluntarias son clave. Son un heterogéneo grupo de muchachas y muchachos que también pasaron en su día por esos mismos procesos migratorios y ahora ayudan y comparten ocio, tiempo libre y acompañamiento con otros jóvenes recién llegados.
Lo hacen mediante participación en actividades de tiempo libre, hacer amigos, conocer la ciudad, abrirse a la sociedad de acogida, etc. Así trabajan en que ese bienestar y sentirse bienvenido sea posible para los nuevos. Además de prestar atención a las destrezas lingüísticas, afectivas y también al apoyo escolar.
“Entendemos la intervención como un proceso con fases donde cada una de ellas implica un paso clave”, señala Oskia Azcárate. “El objetivo último es conseguir que la persona se sienta recibida y bienvenida, tanto por la familia como por la comunidad de acogida, y desde ahí construir poco a poco el sentimiento de pertenencia al nuevo sistema familiar y a la comunidad; que el sistema vuelva a ser familia tras el reencuentro en el lugar de acogida, conocerse en algunos casos y reconocerse en otros”, explica esta terapeuta familiar.
“Creemos que es clave visibilizar estas realidades, la del duelo migratorio, porque de lo que no se habla no existe. Y esta es una realidad poco conocida. La adolescencia es una época de mucho ruido mental y es un periodo difícil para cualquier joven, pero lo es mucho más cuando no hablas el mismo idioma, cuando estás en un contexto nuevo, o cuando el sistema educativo al que llegas es muy diferente”, comentga Oskía Azcárate.
“Es por eso que con los adolescentes además se hace un claro refuerzo de la nivelación educativa. Se les acompaña en la participación educativa y en salvar las dificultades de adaptación que puedan tener, principalmente las lingüísticas”, concluye.
Un sistema de intervención innovador
La Asociación SEI (Servicio Socioeducativo Intercultural) nació hace cerca de veinte años como una entidad independiente y sin ánimo de lucro, que acoge y acompaña a adolescentes recién migrados y sus familias que están en proceso de reagrupación familiar.
En aquel tiempo un reducido grupo de personas voluntarias —procedentes del ámbito del trabajo social— comenzaron a reunirse para estudiar y reflexionar sobre la realidad de las mujeres migrantes que llegaban a Navarra, sobre su duelo migratorio. Hoy en día, la asociación cuenta con 160 personas voluntarias, unos 50 socios y socias y un equipo multidisciplinar de trabajo de 10 personas.
Además, es una de las organizaciones pioneras en el Estado y en Europa en desarrollar su propio modelo de intervención con estas familias, el denominado Modelo Ecosistémico Transnacional (MET Process), para el acompañamiento de procesos migratorios en tres fases: acogida, pertenencia e incorporación. Este modelo es fruto de los 21 años de experiencia profesional y recorrido teórico que atesora el SEI como Servicio especializado.